Literatura migratoria en México

Introducción

El fenómeno migratorio ha existido desde siempre; sin embargo, durante el último siglo se ha configurado como un movimiento de sectores o grupos poblacionales que se ven forzados (pues no tienen una mejor alternativa que la de migrar, a pesar del peligro que esto conlleva) a cambiar su residencia a otra región o país. Esto ocurre, la mayoría de las ocasiones, debido a la situación de pobreza o violencia extrema en la que viven en sus países natales, e incluso por cuestiones climáticas o bélicas.

Antes de llegar a su destino, las personas migrantes deben lograr sortear todas las barreras y riesgos que implica moverse de un país a otro, pues generalmente lo hacen desde la ilegalidad. Si logran alcanzar su meta, aún deben vivir un proceso de adaptación a la nueva cultura, al nuevo territorio y, en muchas ocasiones, a un nuevo idioma, lo que implica tener que desarrollar una nueva manera de pensar y de ser.

El viaje migratorio es una experiencia compleja que genera preguntas acerca de la identidad propia y nacional; que obliga, tanto a migrantes como no migrantes, a cuestionar las leyes, el sistema jurídico, policial y fronterizo; que conduce a la reflexión y la crítica del Estado y sus ciudadanos (tanto de los países que generan migrantes como de los que los reciben); por ello, escribir sobre este fenómeno es un ejercicio de denuncia social para investigadores y activistas y una forma de redescubrimiento y expresión, para quienes han vivido la experiencia en carne propia.

Literatura migratoria en México

La literatura migratoria ha existido desde hace mucho tiempo, sin embargo en la República Mexicana es un género desarrollado hace apenas un siglo. Este género se caracteriza por tratar el tema migratorio, narrando el viaje desde el país de origen al de destino y todos los peligros que implica; además, aborda las problemáticas de los protagonistas que han decidido migrar, destacando un sentimiento de desterritorialización y con él de identidad nacional. En muchas ocasiones, este tipo de literatura aborda también, de manera crítica, la situación social, política, económica y cultural de los grupos migratorios, haciendo énfasis en las condiciones a las que se enfrentan tanto en su entorno nacional como en su camino por alcanzar el sueño migratorio.

En México, las primeras obras de este género aparecieron a inicios del siglo XX, durante el Porfiriato y la Revolución, épocas en la que se generó, por primera vez en el país, un movimiento migratorio importante hacia los Estados Unidos. A partir de ese momento, México ha continuado generando migrantes que viajan al país del norte con la esperanza de alcanzar el “sueño americano”. Por otra parte, durante el presente siglo, también se ha desarrollado una literatura migratoria enfocada en la frontera sur, misma que ha sido escrita, principalmente por investigadores y periodistas, quienes se han concentrado en realizar novelas críticas sobre la terrible realidad a la que se enfrentan los migrantes centro y sudamericanos al atravesar el territorio mexicano.

Etapas de literatura migratoria en México

Etapa del enganche (1926-1935)

Después de que Estados Unidos entró en la Primera Guerra Mundial frenó la entrada a migrantes europeos; no obstante, la construcción de sus vías férreas y el trabajo de sus campos requería de mano de obra barata, por lo que muchos norteamericanos comenzaron a contratar a jóvenes provenientes de su vecino del sur. A su vez, la situación política y económica de México, condujo a un importante grupo de jóvenes a buscar suerte en el Estado de norte, país al que migraban como trabajadores agrícolas u obreros. Esta realidad, también representaba un peligro económico para los adinerados mexicanos, quienes intentando buscar salvaguardar sus riquezas, migraron a territorio norteamericano. De esta manera, Estados Unidos recibió una importante cantidad de migrantes mexicanos durante las primeras décadas del siglo XX.

Las obras de este periodo se caracterizan por presentar un enfoque nacionalista y un rechazo hacia el estilo de vida norteamericano; además señalan la discriminación y dificultades que sufren los migrantes mexicanos, señalando al “sueño americano” como una ilusión casi imposible de conseguir. También apuntan el sincretismo inevitable de dos culturas que dan como resultado la aparición de los llamados “pochos” y sus problemáticas identitarias.

Novelas recomendadas de este periodo:

El sol de Texas (1926), de Conrado Espinoza; Las aventuras de don Chipote, o Cuando los pericos mamen (1928), de Daniel Venegas, y La patria perdida (1935), de Teodoro Torres.

Etapa del bracero (1948-1956)

Tras su entrada en la Segunda Guerra Mundial y el crecimiento acelerado de su industria, Estados Unidos volvió a experimentar escasez de mano de obra, por lo que volvió a buscar fuerza de trabajo mexicana. Los gobiernos de ambos países hicieron un tratado binacional, conocido como “Programa Bracero”, en el cual México se comprometía a organizar el traslado masivo de trabajadores inmigrantes hacia la frontera norte, a quienes Estados Unidos les garantizaba empleos dignos y servicios de salud. En este periodo más de cinco millones de mexicanos trabajaron como braceros en los campos estadounidense; no obstante, ninguno de los dos países cumplió a cabalidad con sus acuerdos.

En esta etapa surgió una nueva ola de obras literarias, mismas que expusieron la realidad de los braceros durante su estancia temporal en los Estados Unidos. Las novelas de este periodo se concentran en describir el choque cultural que experimentan los migrantes al llegar a la nación del norte; además detallan las humillaciones y malos tratos que viven estos migrantes, generalmente hombres jóvenes provenientes de medios rurales y con escasa o nula educación. El enfoque nacionalista sigue presente en estas obras, lo mismo que la imagen de que hacer fortuna en los Estados Unidos es una promesa vacía.

Cabe señalar que durante este periodo aparece la primera novela del género, escrita por una mujer: Tenemos sed, de Magdalena Mondragón, publicada en 1956.

Novelas recomendadas de este periodo:

Murieron a mitad del río (1948), de Luis Spota; Aventuras de un bracero (1949), de Jesús Topete; Huelga blanca (1950), de Héctor Raúl Almanza; El dólar viene del norte (1954), de José de Jesús Becerra González y Tenemos sed (1956), de Magdalena Mondragón. 

Etapa de los indocumentados (1965-1985)

El fin del Programa Bracero en 1965 no representó el fin de las migraciones de mexicanos hacia Estados Unidos, solamente significó migrar de manera ilegal, lo cual resultaba más conveniente para el gobierno norteamericano, mismo que implementó leyes que castigaban al migrante ilegal pero permitían a los norteamericanos contratarlos sin ninguna represalia.

Durante estos años, la literatura migratoria entra en una fase de transición, en la que el nacionalismo queda atrás para dar paso a la denuncia de la corrupción y pobreza existente en México, las cuales orillan a sus ciudadanos a migrar, generándose además una camaradería y sentimiento de comunidad entre los migrantes. 

Novelas recomendadas de este periodo:

Los fabricantes de braceros (1980), de Herminio Corral Barrera.

Etapa bipolar (1986-2007)

En 1986, el entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan lanzó un programa especial para trabajadores agrícolas, a través del cual legalizó a más de 2 millones de trabajadores mexicanos y facilitó las nacionalizaciones, lo cual aumentó el índice de familias residentes de manera permanente en Estados Unidos. Esto provocó la existencia de dos tipos de migrantes, los legales, que vivían con sus familias y habían ganado derechos, y los ilegales que, a pesar de tener la intención de hacer su vida en el país del norte continuaban bajo la sombra del anonimato. Además se encontraban las familias mixtas, conformadas por integrantes mexicanos y otros nacidos en territorio norteamericano con lo que había miembros con derechos y otros sin ellos.

La creciente comunidad latina en Estados Unidos provocó que desde finales de los 80s se reforzara la seguridad de su frontera sur, la cual fue militarizada y cercada en gran medida; también surgieron programas y leyes restrictivas que dificultaban el ingreso de migrantes hacia su país.

Este periodo se caracterizó por la búsqueda de una migración definitiva y no temporal como en las épocas anteriores; al mismo tiempo, comenzaron a migrar un número importante de mujeres y familias, ya no solo hombres jóvenes. De manera paralela, las mafias y el narcotráfico crecieron, por lo que el panorama fronterizo comenzó a ser más peligroso y violento para los inmigrantes, quienes comenzaron a sufrir abusos tanto de parte del crimen organizado como de las autoridades mexicanas y estadounidenses.

Los cambios sociales y políticos generaron también un cambio en la manera de escribir literatura migratoria, la cual comienza a valerse de términos que sincretizan ambas culturas (mexicana y estadounidense), tales como: migra, cholo, narco, etc. En esta época también apareció la cultura chicana y con ésta de obras escritas por chicanos, mismas que reflejan la realidad de los hijos de mexicanos nacidos en los Estados Unidos. De manera paralela aumentaron los trabajos literarios, frutos de investigación periodística, con los que se buscó denunciar la situación de pobreza y marginalidad que obliga al mexicano a migrar, lo mismo que la brutalidad y abusos sufridos por los migrantes durante su paso por la frontera.

Novelas recomendadas de este periodo:

Callejón Sucre y otros relatos (1994), de Rosario Sanmiguel; La frontera de cristal (1995), de Carlos Fuentes; Diario de un mojado (2003), de Ramón “Tianguis” Pérez.

Etapa actual (2008- al presente)

Las esperanzas de una política migratoria que beneficiara a mexicanos y latinoamericanos se perdió tras el ataque a las Torres Gemelas en 2001. Los discursos sobre terrorismo, racismo y antimigración cobraron una renovada fuerza, al grado que comenzaron a ser muy utilizados en el ámbito político como estrategias de campaña.

Aunque las detenciones fronterizas han continuado siendo parte importante de la política migratoria estadounidense, a partir de la época de Obama, la cantidad de removidos del país ha crecido considerablemente. Esto quiere decir que los migrantes son deportados a sus países de origen tras ser capturados (al interior de Estados Unidos) como consecuencia de haber cometido infracciones o delitos menores, lo cual ha dividido a muchas familias. Los principales afectados han sido mexicanos y centroamericanos, quienes además han sufrido un aumento de ataques por parte de policías.

Por su parte, del lado mexicano los llamados coyotes pasaron a ser facilitadores en el cruce a grupos cada vez más complejos que, muchas veces en vez de ayudar a las personas migrantes a cruzar la frontera, terminan por traficar con ellas o utilizarlas de señuelo para pasar droga. Como consecuencia de esto, el costo de cruce ilegal en la frontera se ha elevado considerablemente, lo mismo que el riesgo de hacerlo, pues los migrantes ahora se enfrentan a la patrulla fronteriza, el ejército mexicano, los narcotraficantes y otras mafias que se pelean el derecho de piso en la frontera. 

Esta imagen de terror se replica en la frontera sur de México, lugar por el que millones de centro y sudamericanos pretenden ingresar al país con el único propósito de llegar a Estados Unidos; sin embargo, su paso por México es una verdadera pesadilla, pues son víctimas del crimen organizado, la corrupción y el racismo.

La literatura migratoria aparecida en este siglo, se ha enfocado en ser crítica y denunciar tanto la situación de pobreza, corrupción y narcotráfico tanto en México como en Latinoamérica; plasmando al migrante como personaje que no le importa a nadie más que como una posible mercancía con la que se puede lucrar.

Novelas recomendadas de este periodo:

La Mara (2004), de Alejandro Hernández; Al otro lado (2008), de Heriberto Yépez; Amarás a dios sobre todas las cosas (2013), de Antonio Ortuño; Campeón gabacho (2016), de Aura Xilonen; El martini azul (2021), Armando Acosta.

Conclusiones 

La literatura migratoria aporta valiosos testimonios y críticas de una realidad velada y maquillada para la población en general, tanto en México como en Estados Unidos, permitiendo al lector acercarse a las personas migrantes y sus historias, lo que las humaniza y visibiliza, pues desde el momento que abandonan su país pasan a ser seres considerados de segunda clase y sin derechos en un territorio hóstil. Al mismo tiempo estas narraciones sirven para comprender al migrante como alguien que se ha visto obligado a ser diferente, sin por ello poder dejar de ser quien era antes; habitando así un nuevo espacio que trasciende los territorios, pues vive más allá de las fronteras: entre dos mundos.

Referencias

Héctor A. Reyes Zaga. “Cartografías literarias: anotaciones a propósito de la novela de migración mexicana” en Literatura Mexicana | XXX-1 | 2019.  Consultado en: http://www.scielo.org.mx/pdf/lm/v30n1/2448-8216-lm-30-01-141.pdf

Jorge Durand. «Nueva fase migratoria Papeles de Población”, vol. 19, núm. 77, julio-septiembre, 2013, pp. 83-113 Universidad Autónoma del Estado de México Toluca, México. Consultado en: http://cidemig.cide.edu/documents/3512396/3664536/Durand_Nueva%20fase%20migratoria.pdf

Felipe Oliver Fuentes Kraffczyk. “La novela mexicana sobre la migración centroamericana”, América Crítica. Vol. 2, n° 1, 2018. Consultado en: https://ojs.unica.it/index.php/cisap/article/view/3301/pdf

Talía Morales

Licenciada en Filosofía y cofundadora de Revista aion.mx, donde también se desempeña como Editora y articulista. Además es cofundadora del sitio de tanatología y filosofía, menteycorazon.com.

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